10 de enero de 2015

Escritos fugaces: Comienzos

¡Hey fotógrafos! Espero que os lo estáis pasando genial con el regreso a las clases. Just kidding, sé que no. Pero como el otro día hice un vídeo sobre propósitos literarios, he querido hacer un relato sobre mis propósitos personales para este 2015. Están escondidos, aunque claro, a plena vista. No me ha quedado muy allá, pero espero que os guste. Contadme, ¿cuáles son vuestros propósitos este año?



La chica habló. No es que siempre estuviese callada, o que las palabras tuviesen miedo de saltar de sus labios, sino que tenía miedo de vez en cuando. Algunos lo llamaban timidez, aunque ella sabía que ese adjetivo nunca se ajustaba bien a su persona, que no estaba destinado a vislumbrarse encima de ella como si indicara con luces de neón un mal tugurio al que vas cuando no te queda otra. Ella sabía que le pasaba, y las sílabas que conformaban la palabra vergüenza la describían muy bien. El temor a fallar, a caer, a las risas y carcajadas de cartón y papel. 
Ese día se dio cuenta de que no valía la pena preocuparse por esas tonterías.

El chico sacó la foto. No tenía razón para hacerlo, nadie le obligaba, sin embargo, unos extranjeros un poco borrachos le habían dicho que si les podía sacar una instantánea para inmortalizar el primer día del año. Cansado y con pocas ganas de aguantar a unos turistas pesados les dijo que sí y no tardó en recibir un gracias y adiós de la boca de esa pareja. También exclamaron "Feliz Año", sin embargo, las cervezas de más se comieron letras de la frase. Todavía tenía la sensación de la cámara acomodada a sus manos, ajustada como un guante de seda, y su ilusión escondida por sacar una foto que valiese la pena y siguiese significando algo con el paso del tiempo. 
Ese día se dio cuenta de lo que quería.

La joven comenzó a escribir. Había tardado en hacerlo, aunque la historia había permanecido en su cabeza durante semanas, incluso meses. Primero probó con lápiz y papel. No servía, no quería estropear las libretas de ediciones preciosas con algo que no sabía si llegaría a ser algo. Luego probó con el ordenador. Perfecto, sencillo, rápido y fácil de borrar con tan solo una tecla. Las páginas empezaron a cobrar vida con cada personaje y acción que cometían. 
Ese día comprendió que daba igual el futuro, en ese momento, era feliz con lo que estaba haciendo.

Ese día. Ese mes. Ese nuevo año 2015. Un nuevo comienzo en el que buscar, no lograr nuestros objetivos, sino acortar la distancia que nos separa de ellos.








1 comentario:

  1. Vaya, mira que propósito tan bueno, me encanta que te hayas animado a escribir ;D
    Yo casi nunca hago propósitos, la gran mayoria de las veces acabo el año con la mitad sin hacer, pero trato de llevarlo dia a dia, que eso es lo importante, un besazooo
    Lena

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